Por Viryi Baldera
La memoria colectiva, especialmente en la era digital, tiene una peculiaridad alarmante: tiende a enfocarse en los desaciertos, ignorando los logros. Milagros Germán, conocida y admirada como “La Diva,” es un ejemplo claro de cómo las figuras públicas son juzgadas bajo una lupa implacable que muchas veces intenta opacar su legado de éxitos.
Hasta el próximo 15 de enero, Germán concluirá su gestión como ministra de Cultura, un cargo que asumió con la intención de impulsar el desarrollo cultural del país, pero que también la expuso a críticas severas por algunos internautas quienes han reaccionado de forma negativa ante su cargo de funcionaria. En redes sociales, donde los comentarios rápidos prevalecen, muchos parecen haber olvidado la brillante trayectoria que convirtió a Milagros en una de las comunicadoras más queridas de República Dominicana.
Desde los inicios de la administración de Luis Abinader en 2020, Germán asumió el desafío de liderar la Dirección de Comunicaciones de la Presidencia (DICOM), demostrando su compromiso con la función pública. Pero fue en su faceta como conductora de Chévere Nights donde dejó una huella imborrable en la televisión dominicana. Durante años, ese programa llevó entretenimiento, humor y contenido de calidad a los hogares, ganándole el cariño de una audiencia que la convirtió en un ícono cultural.
Resulta paradójico que una carrera construida con esfuerzo y dedicación pueda ser opacada por el ruido de las redes sociales, donde los errores pesan más que los aciertos. Milagros no solo ha sido un referente en la comunicación, sino una figura auténtica y apasionada que inspiró y alegró a muchos. Pero como ocurre con frecuencia, los cargos públicos colocan a las personas bajo una lupa injusta que ignora el contexto y la humanidad detrás de las decisiones.
Hoy, más que nunca, es necesario reflexionar sobre nuestra tendencia como sociedad a juzgar a las figuras públicas únicamente por sus caídas, ignorando sus aportes. Milagros Germán pronto regresará a las pantallas con su emblemático Chévere Nights, y volveremos a escuchar esa frase que nos conecta con su esencia: “¿Yo soy chévere, y tú?”
Criticar es válido, pero olvidar lo bueno nunca debería ser una opción. Milagros sigue siendo “la diva,” una mujer cuya autenticidad y dedicación han marcado generaciones. El tiempo le hará justicia, como siempre sucede con quienes han dejado un legado genuino.